martes, agosto 29, 2006

Cielito Lindo


Fue un amor a primera vista. Él se quedó a medio camino del váter, en un pasillo angosto, pero no así su vómito, que fue a parar a los pies de ella, como un don, a la carne de sus pies y a su esmalte de uñas, a la piel de cocodrilo de sus carísimas sandalias. Una cosa enlazó con otra, de la bilis al batido para dos -los reservados de formica, los exabruptos líquidos en la cavidad nasal- sólo hubo un paso; corto, no miliar, sencillamente discursivo y edulcorado. Así fue como pasó. Cuánta delgadez, qué morbidas las texturas, la palidez, el exceso de maquillaje, qué rápida era la cadencia del pulso. Cuánta madera consumida entre ambos a partes alícuotas. Ella lo adoraba así, desentendido, desprendido de su animalidad, con su pecho depilado, blando como un plátano máduro. En cuanto a él, huelga decir que daría un ojo por ella, o lo que hiciese falta, aparte de los jugos gástricos, después de todo no era ni cicerone, ni farero, ni espía al servicio de Su Majestad. En la ceguera pan y cebolla. O en el amor. O en el ardor, es lo mismo. Pero ¿Y el té y las pastas? Hasta aquí llegaría la escena para un director cualquiera, honrado, cabal, juicioso, alguien pulcro y respetado que no quiera saber nada de líos. Pero no para éste. Es un director hastiado, quiere más, detesta sentirse en manos de las dilaciones, debidas o no, de los chantajes del sindicato, de la escasez del guión. ¡Basta! Que sirvan el té. Es necesario mantener las formas, y se mantienen con todas sus unidades: él, ella, los cuentos chinos, las chinas en los zapatos, los gritos, las lágrimas, las encendidas disculpas, más lágrimas incluso...Si alguien creía que este director se iba a arrugar lo llevaba claro. Manden contruir un jardín inglés, dijo como de pasada. Su ayudante no cabía en sí: ¿aquí? Aquí o donde sea, y encuéntreme dinero para seguir esta farsa, si me detengo ahora las consecuencias podrían ser funestas, jamás permitiré que se me etiquete como el que no pudo llegar más lejos, el que interrumpió el diluvio, ¿me he explicado? Naturalmente que sí, pero entre tanto él y ella, la pareja, ya pensaba en trasladarse a vivir a un mismo piso. Mejor aún, lo estaban haciendo. Libros, cacharros, discos, objetos delicados, objetos sin pulir, ropa, muebles, alfombras. Si alguien no lo ponía remedio pronto acabarían casados, o algo más drástico. Quizás hubiera una serie indefinida de acoplamientos en vivo, y de partos, con y sin cesárea, y de regalos de aniversario, y de chándales para los días de fiesta. El ayudante era la verdadera piedra angular. Se armó de valor (aprovechó que traladaban un espejo veneciano para mirar qué tal aspecto tenía) y salió al trote.

Por Michael Gondor & Miss Trixie

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Beridiko. a mi me ha pasado estando kon mi churri. se me kolo batido de chokolate por a napia. casi la palmo. el amor tiene esas kosillas. es arriegado.

Anónimo dijo...

Pensaba que te habías muerto, Tunner. Hay que ver lo que resisten algunos. Con todas las porquerías que te has metido por la nariz (algunas hasta legales).

F. D.

Besillos.

Anónimo dijo...

ke asco de tio eres Deporto. Y no te rias de mi acento, podria costarte un disgusto. mamon.

Anónimo dijo...

¿Besitos?