martes, mayo 22, 2007

Altazor y el viaje en paracaídas


Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice:

»Mira mis manos: son transparentes como las bombillas eléctricas.
¿Ves los filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta?

»Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad.

»Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la única que no lo sea a medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad demasiado restauradas.

»Hablo una lengua que llena los corazones según la ley de las nubes comunicantes.

»Digo siempre adiós, y me quedo.

»Ámame, hijo mío, pues adoro tu poesía y te enseñaré proezas aéreas.

»Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta mañana en las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchón de la neblina intermitente.

»Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas. »Ámame.»

Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elevó y vino a sentarse en mi paracaídas. Me dormí y recité entonces mis más hermosos poemas.

Las llamas de mi poesía secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se alejó, sentada sobre su rosa blanda.

Ah, qué hermoso..., qué hermoso.


Por Vicente Huidobro

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Martes noche. Volvía a casa tras un duro día de trabajo y vi muerto al periquito. Llanto y yogur. No sé la razón, pero mi visión oscureció. La vida es dura, como un vaso de cristal, que rompe cuando no quieres y persiste cuando te da igual. Saldré esta noche a tomar unas birras con mi amigo Solberto. Él sí que vale.

Hasta luego

Anónimo dijo...

Suena el teléfono. Mientras enciendo la luz. Ahí estaba, por eso no cogí la llamada. Me vió y sonrió, lógicamente, al frente de la mesa puesta con langostinos enormes y sonrosados. Botella de vino caro y un par de velas. Eso era lo que me esperaba esa noche, pero no me apetecía nada. Le dije que se fuera, y eso hizo, cosa que me alegró. Ahora le llamo y no enciende la luz. Seguiré intentándolo, espero haya suerte.

Anónimo dijo...

Pablo estás fatal