sábado, septiembre 01, 2007

La frontera de la endogamia

[El pasillo de un segundo piso de un hospital. Tal vez un tercero o un cuarto. Enmoquetado, de verde cesped inglés. Las paredes blancas, el rodapié blanco. Es un pasillo largo y ancho. A un lado y a otro hay puertas cerradas. Entre una serie de puertas dos celadores se apollan en la pared. Visten de blanco: pantalón, camisa y bambas. Si cierran los ojos, se confunden con la pared.]
CELADOR1: Mi parienta anda descontenta con la paga. Dice que ella en una mañana gana el doble. ¡Na! Especulaciones interesadas. A mí me parece un salario justo y no me deslomo a trabajar.
CELADOR2: Amén a eso, hermano.
CELADOR1: Pude haber entrado en una fábrica.
CELADOR2: ¿Pudiste?
CELADOR1: Trabaja allí mi viejo, quería enchufarme. Soldar, ensamblar.
CELADOR2: Y lo dejaste pasar.
CELADOR1: Hay que madrugar mucho, colega. Las mañanas en esta ciudad son muy traicioneras. Y yo soy un hombre muy delicado. Además no quiero acabar chinado.
CELADOR2: ¿Chinado?
CELADOR1: Ímagínate, siempre el mismo movimiento, la misma postura, de locos. Acaba saliéndote callo. Y la mente se pierde en derivadas. Na, que me echen un galgo. Mi viejo tiene unos ticks rarísimos, ya no voy a comer a su casa, da un poco miedo.
CELADOR2: Pues aquí estamos rodeados de pirados.
CELADOR1: Nos llueven.
[Silencio. Se abre una de las puertas, no lejos de los celadores. De ella salen el Dr. Zack, airado, y Desmond, colorado como un piroclasto incandescente. Pasan por delante de los celadores, que se enderezan y carraspean ruidosamente. A grandes trancos se pierden por una esquina del pasillo. Los celadores les han seguido con la vista y cuando desaparecen se miran el uno al otro.]
CELADOR1: Claro que si me llaman de la Ford puede que me lo piense. Encajar, atornillar.
CELADOR2: El peor de todos es el de la bata blanca.
CELADOR1: Si no fuera por lo que birlamos en el almacen y lo mucho que nos renta, de qué íbamos a seguir aquí... Y por la gasofa que limpiamos de los coches del parking.
CELADOR2: Amén a eso, hermano.
CELADOR1: Vamos, te invito a un flan, tengo unas cuantas docenas en la taquilla.
[Se van. O no. Todo está demasiado blanco en ese pasillo. Menos la moqueta, que fue parte de un minigolf.]
Por Frank Deporto

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