
(Encontrado en la papelera de un parking subterráneo)
La sala del televisor de un hospital psiquiátrico. Un espacio comunal. Luz de neón. Asientos de plastico blancos colocados en hilera y unidos unos con otros por un listón metálico. Asepsia. Paredes azul claro. En la esquina opuesta a la puerta de entrada un televisor de 25 pulgadas pendiente de un soporte metálico. Luz de neón blanca, atmósfera acuática. No hay ventanas. La puerta, el marco, la jamba y el rodapié son de PVC blanco. No hay ventanas. Junto a la entrada hay un cubículo. En él un escritorio ocupado por la enfermera Albañil. El ruido del televisor le llega como un eco lejano. En la sala sólo hay un enfermo sentado. Desmond. A su lado, flanqueándole, está Phil Balasto y Jingle Spott. Los tres están sentados como si esperasen un autobús. El televisor está encendido. La enfermera, algo lógico y cuerdo, solamente ve y oye a Desmond. El resto son imaginaciones.
PHIL BALASTO: Un sordo descenso a las llanuras tortuosas del deshielo y de pronto las ideas se aclaran y se centrifugan, se tienden con pinzas de madera, se secan al aire estacional, se rocogen, se planchan y ya están listas para poner…
DESMOND: Calla.
PHIL BALASTO: …como un calzoncillo limpio del cajón de las mudas, blancas, almidonadas, fragantes y tiernas mudas que…
DESMOND: ¡Calla, Phil, joder!
Se hace un silencio humano embarazoso. La televisión continúa con su letanía. La enfermera Albañil mira a Desmond que se ha dado la vuelta y sonríe.
ENFERMERA ALBAÑIL: (Tono maternal) Pórtate bien, ya sabes lo que pasa cuando gritas y te acaloras.
DESMOND: Sí Srta.Albañil.
Desmond se sienta de nuevo a ver la televisión.
PHIL BALASTO: Me gusta esa mujer. Carácter, firmeza, apellido. Exactamente como un cheísmo.
JINGLE SPOTT: ¿Cheísmo?
PHIL BALASTO: Bache, remache, reproche, alimoche...Algo así.
JINGLE SPOTT: Eres un artista Phil. Nada escapa a tu sabiduría.
DESMOND: (Murmura) No os calláis, no os calláis.... (A ellos) Nos os calláis… ¿Por qué no puedo escuchar lo que dice la televisión?
PHIL BALASTO: Oye, Des, chico ¿cómo se llama la enfermera?
DESMOND: Srta. Albañil.
PHIL BALASTO: Eso ya lo sé, pero ¿su nombre de pila?
DESMOND: (Cansado) No lo sé.
JINGLE SPOTT: Yo digo que Munición.
PHIL BALASTO: ¿Munición? ¡Nadie se llama así!
DESMOND: A mí me gusta ese nombre.
PHIL BALASTO: Eres un gran hombre, agradezcamos a la providencia que no tienes hijos.
JINGLE SPOTT: Podríamos preguntarle, tal vez se llame Munición.
PHIL BALASTO: Que vaya Desmond.
DESMOND: Si se lo pregunto ¿os callaréis?
PHIL BALASTO: Claro, Des, palabra de scout. Ve.
Desmond se levanta y camina hacia el cubículo de la enfermera. Ella lo ha visto venir.
ENFERMERA ALBAÑIL: (Afirma. Tono maternal) Ya te has cansado de la televisión en pantalla grande.
DESMOND: En realidad no… Verá, tengo una duda con respecto a usted y me gustaría preguntarle algo.
ENFERMERA ALBAÑIL: (Sonríe) Adelante, pregunta.
DESMOND: ¿Se llama usted Munición?
ENFERMERA ALBAÑIL: Jajaja… Cómo se ta ocurrido pensar… Jajaja… (Ataque agudo de risa. Lágrimas, manotazos sobre la mesa, dolor ventral. Desmond se impacienta).
DESMOND: ¿Y bien?
ENFERMERA ALBAÑIL: (Se rehace y se enjuga las lagrimas de los ojos. Contesta conteniendo la risa). No, cariño, me llamo Ángela.
Desmond desanda lo andado para volver a su asiento. A sus espaldas más risas ahogadas. Entra Natacha Dixon y se sienta con ellos, al lado de Jingle Spotts. La enfermera Albañil, como no podía ser de otra manera, tampoco la ve ni la escucha.
DESMOND: (A Natacha) Hola, Nat. (Ella le guiña un ojo. Desmond se vuelve hacia Phil) Se llama Ángela:
PHIL BALASTO: Bonito, me gusta esa mujer.
JINGLE SPOTTS: Le pega más llamarse Munición.
NATACHA DIXON: Os referís a la enfermera.
PHIL BALASTO: ¿Tú lo sabías?
NATACHA DIXON: No es el secreto de la Alquimia. Solamente hay que molestarse en mirar la chapa identificadora que lleva pegada al pecho.
PHIL BALASTO: (Despectivo) Tú siempre tan jodidamente práctica.
DESMOND: Prometistéis que os callaríais.
PHIL BALASTO: (Desagradable. Mira con ojos lascivos a la enfermera). Eso fue antes.
DESMOND: (cargado de ruria contenida) Eres un…
Desmond se levanta y se avalanza sobre Phil. Le golpea una y otra vez. Jingle salta sobre su espalda en defensa de Phil. Desmond trata de desembarazarse de Jingle pero no logra hacerlo. Natacha prepara torpemente un puñetazo para liberar a Desmond del férreo abrazo de Jingle, pero falla el golpe que impacta en la nariz de Desmond. Zafarrancho de combate y música de fanfarrias. Confusión, ruido, sillas arrancadas, gritos, juramentos entrecortados, interjecciones. Hombre al agua. Se apaga la luz de la escena. Un foco ilumina el cubículo de la enfermera Albañil. Suspira y niega con la cabeza, en silencio. Coge el teléfono. En la oscuridad continúa el ruido de la escaramuza.
ENFERMERA ALBAÑIL: ¿Vigilancia? Vengan, por favor… Sí, él mismo. Vengan cuatro o cinco si son tan amables.
Cuelga el teléfono. Se apaga el foco. Silencio. Sedantes. Oscuridad.
Por Frank Deporto
La sala del televisor de un hospital psiquiátrico. Un espacio comunal. Luz de neón. Asientos de plastico blancos colocados en hilera y unidos unos con otros por un listón metálico. Asepsia. Paredes azul claro. En la esquina opuesta a la puerta de entrada un televisor de 25 pulgadas pendiente de un soporte metálico. Luz de neón blanca, atmósfera acuática. No hay ventanas. La puerta, el marco, la jamba y el rodapié son de PVC blanco. No hay ventanas. Junto a la entrada hay un cubículo. En él un escritorio ocupado por la enfermera Albañil. El ruido del televisor le llega como un eco lejano. En la sala sólo hay un enfermo sentado. Desmond. A su lado, flanqueándole, está Phil Balasto y Jingle Spott. Los tres están sentados como si esperasen un autobús. El televisor está encendido. La enfermera, algo lógico y cuerdo, solamente ve y oye a Desmond. El resto son imaginaciones.
PHIL BALASTO: Un sordo descenso a las llanuras tortuosas del deshielo y de pronto las ideas se aclaran y se centrifugan, se tienden con pinzas de madera, se secan al aire estacional, se rocogen, se planchan y ya están listas para poner…
DESMOND: Calla.
PHIL BALASTO: …como un calzoncillo limpio del cajón de las mudas, blancas, almidonadas, fragantes y tiernas mudas que…
DESMOND: ¡Calla, Phil, joder!
Se hace un silencio humano embarazoso. La televisión continúa con su letanía. La enfermera Albañil mira a Desmond que se ha dado la vuelta y sonríe.
ENFERMERA ALBAÑIL: (Tono maternal) Pórtate bien, ya sabes lo que pasa cuando gritas y te acaloras.
DESMOND: Sí Srta.Albañil.
Desmond se sienta de nuevo a ver la televisión.
PHIL BALASTO: Me gusta esa mujer. Carácter, firmeza, apellido. Exactamente como un cheísmo.
JINGLE SPOTT: ¿Cheísmo?
PHIL BALASTO: Bache, remache, reproche, alimoche...Algo así.
JINGLE SPOTT: Eres un artista Phil. Nada escapa a tu sabiduría.
DESMOND: (Murmura) No os calláis, no os calláis.... (A ellos) Nos os calláis… ¿Por qué no puedo escuchar lo que dice la televisión?
PHIL BALASTO: Oye, Des, chico ¿cómo se llama la enfermera?
DESMOND: Srta. Albañil.
PHIL BALASTO: Eso ya lo sé, pero ¿su nombre de pila?
DESMOND: (Cansado) No lo sé.
JINGLE SPOTT: Yo digo que Munición.
PHIL BALASTO: ¿Munición? ¡Nadie se llama así!
DESMOND: A mí me gusta ese nombre.
PHIL BALASTO: Eres un gran hombre, agradezcamos a la providencia que no tienes hijos.
JINGLE SPOTT: Podríamos preguntarle, tal vez se llame Munición.
PHIL BALASTO: Que vaya Desmond.
DESMOND: Si se lo pregunto ¿os callaréis?
PHIL BALASTO: Claro, Des, palabra de scout. Ve.
Desmond se levanta y camina hacia el cubículo de la enfermera. Ella lo ha visto venir.
ENFERMERA ALBAÑIL: (Afirma. Tono maternal) Ya te has cansado de la televisión en pantalla grande.
DESMOND: En realidad no… Verá, tengo una duda con respecto a usted y me gustaría preguntarle algo.
ENFERMERA ALBAÑIL: (Sonríe) Adelante, pregunta.
DESMOND: ¿Se llama usted Munición?
ENFERMERA ALBAÑIL: Jajaja… Cómo se ta ocurrido pensar… Jajaja… (Ataque agudo de risa. Lágrimas, manotazos sobre la mesa, dolor ventral. Desmond se impacienta).
DESMOND: ¿Y bien?
ENFERMERA ALBAÑIL: (Se rehace y se enjuga las lagrimas de los ojos. Contesta conteniendo la risa). No, cariño, me llamo Ángela.
Desmond desanda lo andado para volver a su asiento. A sus espaldas más risas ahogadas. Entra Natacha Dixon y se sienta con ellos, al lado de Jingle Spotts. La enfermera Albañil, como no podía ser de otra manera, tampoco la ve ni la escucha.
DESMOND: (A Natacha) Hola, Nat. (Ella le guiña un ojo. Desmond se vuelve hacia Phil) Se llama Ángela:
PHIL BALASTO: Bonito, me gusta esa mujer.
JINGLE SPOTTS: Le pega más llamarse Munición.
NATACHA DIXON: Os referís a la enfermera.
PHIL BALASTO: ¿Tú lo sabías?
NATACHA DIXON: No es el secreto de la Alquimia. Solamente hay que molestarse en mirar la chapa identificadora que lleva pegada al pecho.
PHIL BALASTO: (Despectivo) Tú siempre tan jodidamente práctica.
DESMOND: Prometistéis que os callaríais.
PHIL BALASTO: (Desagradable. Mira con ojos lascivos a la enfermera). Eso fue antes.
DESMOND: (cargado de ruria contenida) Eres un…
Desmond se levanta y se avalanza sobre Phil. Le golpea una y otra vez. Jingle salta sobre su espalda en defensa de Phil. Desmond trata de desembarazarse de Jingle pero no logra hacerlo. Natacha prepara torpemente un puñetazo para liberar a Desmond del férreo abrazo de Jingle, pero falla el golpe que impacta en la nariz de Desmond. Zafarrancho de combate y música de fanfarrias. Confusión, ruido, sillas arrancadas, gritos, juramentos entrecortados, interjecciones. Hombre al agua. Se apaga la luz de la escena. Un foco ilumina el cubículo de la enfermera Albañil. Suspira y niega con la cabeza, en silencio. Coge el teléfono. En la oscuridad continúa el ruido de la escaramuza.
ENFERMERA ALBAÑIL: ¿Vigilancia? Vengan, por favor… Sí, él mismo. Vengan cuatro o cinco si son tan amables.
Cuelga el teléfono. Se apaga el foco. Silencio. Sedantes. Oscuridad.
Por Frank Deporto
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