viernes, diciembre 15, 2006

Hojas de espejo, espejadas, especulantes


Mi visión de La bombilla es la de un gran contenedor. Camino por el desierto, tengo mucha sed y hace un calor de mil infiernos. Es normal que tenga espejismos. Más si cabe teniendo en cuenta que hace varios días que no bebo agua. Mis labios son grietas, las que salen en un terreno yermo, o en un rostro maduro, meandros, balandros, carreteras secundarias, vías pecuarias. Todo eso. Entonces, cerca del oasis, ya es mala suerte, empiezan las visiones. De tal manera que no distingo la carnosa realidad de los dátiles -oh, los dátiles- del guardia urbano que me hace señas unos metros más adelante. ¿Es a mí? ¿Lleva guantes? ¿No es esto un desierto? Ahí mismo surge la visión de La bombilla. La que yo tengo de ella:

La Bombilla contiene:

- Absurdo.
- Dadá.
- Esperpento.
- Lo kafkiano.
- Lo surrealista.
- Lo onírico.
- Lo verbal.
- Creacionismo.
- Ultraísmo.
- Modernismo.
- ¿Empirismo? -Ni de coña-
- Roña...No, Roma.
- Es roma, es chata, es chapa.
- Y pintura.


El guardia sigue haciéndome gestos. Yo pretendo seguir ignorándolo, hasta sentir su porra (recuérdese el decálogo), haciéndome presión, positivando su realidad beduina, o no, lo que sea, tal vez bereber, pero real como un golpe frontal, sin airbag. Mientras tanto, una docena de dátiles, amable celador. ¿Dije celador? Disculpe, querido amigo, no vi que vestía de azul-mina-de-plata, ¡cómo iba a saber que usted era un Tuareg! Debería llevar su espingarda a mano, o colgando del hombro, y no ese fonendoscopio robado, a algún ATS, desprevenido, dormido, conturbado en ondas alfa, beta, delta, gamma y epsilon. En cualquiera caso, dígame, ¿podría servirme unos dátiles? ¿Que tiene que consultar con el médico? No veo ninguno por aquí, no me tome el pelo, amiguito, llevo unos cuantos días sin comer, mis jeans, que antes eran fundas para de almohada, vainas de judías, depósitos de gas ciudad, son ahora holgados gallardetes, bolígrafos sin mina, ranúnculos secos de secas y bíblicas matas ardientes, ¿comprende? Ya, el médico. Pues mire, no me hable de él, no lo veo por aquí, guárdese sus subterfugios. ¿Que está aquí? ¿Dónde? ¡Ah, claro, es él, el guardia urbano! Debí captar la alegoría. Bueno, aquí le dejo, camellero, voy a sumergirme en el agua: agua de oasis.


Por Magnolio

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oh Magnolio Magnolio!!!

Bombilla es una empresa de andamios o tal vez un estúpido iglú en la sección de yogures. Además disponemos de un barco baboso envidioso para exportaciones al extranjero.

Corolario: Bombilla es industria.

Anónimo dijo...

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